martes, 14 de enero de 2014

Las imágenes fantasma.


No sabes el porqué, pero hay imágenes que te acompañan durante mucho tiempo. Les acabas cogiendo cariño, y de vez en cuando las sacas de paseo. Hay un día que piensas que será su última salida. Son cómo fantasmas. 

Un día cogí esta imagen del baobab, la copié, la invertí y desde entonces se ha convertido en uno de mis fantasmas preferidos.
Me fascina el poder narrativo del baobab y su nombre tan sonoro. Es un árbol misterioso, enigmático, majestuoso, fuerte, soberbio, bello.
Dicen que si duermes a la sombra de un baobab, que puede llegar a alcanzar los 25 metros de altura, regresarás a África; en su tronco, que puede llegar a tener un diámetro de 11 metros, almacenan agua; pueden vivir hasta 3.000 años; sus flores son hermafroditas.
¡Menudo físico gasta el árbol! Supongo que por éso se cuentan tantas leyendas sobre Él.
Una leyenda africana cuenta que el baobab al considerarse uno de los árboles más bellos de la tierra se hizo tan vanidoso que los dioses lo castigaron y enterraron sus ramas, dejando a la vista sus raíces. Sus raíces desde entonces parece que piden perdón a los dioses y durante el invierno florecen flores blancas en forma de mano. Flores blancas o amarillas que se abren por la noche y que los murciélagos las polinizan.
También cuentan que si bebes agua en la que se han mojado semillas de baobab quedarás protegido del ataque de los cocodrilos.
Si te atreves a arrancar una flor del árbol dicen que morirás devorado por un león. Yo no lo probaré.

De la imagen de este baobab empezó a surgir un libro al que le tengo mucho cariño. Decidí en esa época (2007) empezar a contar yo sola. Me crucé con Isabelle, agente literaria, que me acompañó entre libros en una época que me buscaba a mí misma. El baobab del derecho y del revés; abajo / arriba; norte / sur; pequeño / grande. Todo es relativo.
El libro es un conjunto de imágenes muy simples que forman parte de mi universo particular, mis dudas, mis obsesiones. Supongo, que un día, todas esas imágenes se convertirán en un libro real.
Mientras tanto esos fantasmas van saliendo de paseo y se van convirtiendo en otros libros, o otras cosas. Así, años después esa imagen se convirtió en mi felicitación del 2012.


Y ahora, en el 2014, encontré otro lugar para la imagen: una etiqueta de vino tinto. Un crianza que lleva un nombre sonoro y intenso (Negra Nit / Negra Noche) que me transmite el paso del tiempo, el silencio de la noche, el olor a tierra, el trabajo del hombre. Las raíces de esta viña, cómo en el baobab, no sabes si son su pasado o su presente, porque allí el tiempo perdura.
Es curioso ver cómo las imágenes van cogiendo matices con el tiempo.

Pronto podremos probar este crianza NegraNit. Mientras, queda la imagen de la etiqueta ¡Salud!